"Me inspiró el cuento un comentario de Mark Twain: era una lástima que el mejor tramo de nuestra vida estuviera al principio y el peor al final"
Y con esta idea, Francis Scott Fitzgerald escribió en 1922 el relato corto "El curioso caso de Benjamín Button", una fantástica y asombrosa historia de como sería la vida dándole la vuelta al reloj. Muchas veces el cine nos ha hablado de regresiones a la infancia y a la juventud, pero sin duda esta historia de Benjamin Button tan extraordinariamente adaptada por David Fincher es el ejemplo más redondo y depurado sobre este tema. Rodada con una exquisita elegancia y una factura impecable en todos sus aspectos, está impregnada del sabor de la triste felicidad que nos deja ese instante que se pierde tan deprisa. No recuerdo que se haya representado tan bien la fugacidad del tiempo, como si dar la vuelta al reloj nos hiciera ver aún con mayor claridad que el tiempo se nos escapa de las manos con un veloz desasosiego. ¿Os imagináis? ¿Y sí mañana nos despertásemos más jóvenes?
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