No sé donde lo leí y me gustó la frase. Y sí, así fue. Tal dia como hoy hace 113 años (el 28 de diciembre de 1895) tuvo lugar la primera exhibición cinematográfica pública a cargo de los hermanos Auguste y Louis Lumière en el sótano del Grand Café, en el número 14 del Boulevard des Capucines de Paris. La entrada costaba un franco y había una representación cada media hora. En el cartel anunciador se leía: "Cinématographe Lumière: este aparato inventado por Auguste y Louis Lumière, permite recoger, en series de pruebas instantáneas, todos los movimientos que, durante cierto tiempo, se suceden ante el objetivo, y reproducir a continuación estos movimientos proyectando, a tamaño natural, sus imágenes sobre una pantalla y ante una sala entera". La sesión inaugural levantó poco entusiasmo y había unas 35 personas en la sala, entre las que se encontraba el mago y luego director de cine Georges Mélies. Pero en el momento que se hizo la oscuridad y se iluminó la pantalla con imágenes de los transeúntes y carruajes del centro de Lyon, los espectadores quedaron anonadados. Según el propio Mélies, "boquiabiertos, estupefactos y sorprendidos más allá de lo que pueda expresarse" Y eso que las brevísimas películas expuestas contenian imágenes triviales, escenas de gentes andando, carruajes en el centro de la ciudad, salida de obreros de la fábrica, etc.. pero la capacidad de ver esas imágenes en movimiento fascinaron a todos los espectadores, sobre todo la llegada del tren a la estación, que provocó el pánico en la sala, donde la gente pensó que el tren se les venía encima. A los pocos días las representaciones eran ya un éxito, y a las dos semanas llevaban recaudados más de 2500 francos diarios y las interminables colas ante el Grand Café llegaban hasta la calle Caumartin. Y desde entonces hasta hoy, el cine ha seguido fascinando a millones y millones de personas en todo el mundo, por eso es sin duda considerado el gran arte del siglo xx. Por suerte el padre de los Lumière tuvo poca capacidad de predicción cuando al terminar esa primera y mítica representación un arrobado Georges Méliès se acercó a los organizadores con la intención de adquirir uno de esos prodigiosos aparatos, Antoine Lumière le dijo: "El aparato no está a la venta, afortunadamente para usted, pues le llevaría a la ruina. Podrá ser explotado durante algún tiempo como curiosidad científica, pero fuera de esto, no tiene ningún porvenir comercial"
Esperemos que el cine no sólo haya tenido un espléndido pasado si no que le quede aún un maravilloso futuro...
Esperemos que el cine no sólo haya tenido un espléndido pasado si no que le quede aún un maravilloso futuro...